DESPEDIDA, REPUBLICA Y ESPERANZA
Publicado en la Revista Jurídica de Buenos Aires T° 1991-III.
DESPEDIDA, REPUBLICA Y ESPERANZA
por
Norberto Eduardo Spolansky
I.-
Hoy nos hemos reunido para despedir a nuestros estudiantes, a nuestros ahora graduados, y también para escuchar sus juramentos.
Y este encuentro se produce cuando suenen entre las hojas húmedas los sonidos ocres de las flautas de otoño.
II.-
El lenguaje de la despedida convoca al lenguaje de la evocación, y con Borges, nuestro poeta, nos preguntamos:
Qué son nuestro destino.
Esas mortales memorias vastas como un continente.
Dios, o tal vez nadie,
yo te pido, no el olvido.
III.-
Aparecen así las imágenes de vidas compartidas, donde se entremezclan planes sólo imaginados, proyectos alcanzados, y un ciclo que finaliza. Es como decir que con sus manos han llegado al horizonte pensado.
IV.-
Se van luego de un aprendizaje en el que han incorporado a su saber y experiencia, criterios para ver y transformar el mundo.
Han transitado el camino de esta Universidad, en la que se debe promover y privilegiar a la acción inteligente, es decir, a la decisión fundada. Este es, por otra parte, el modo en que cada uno de nosotros, dentor de cierto marco, puede forjar su historia y su futuro.
Por eso el sello que cada uno recibirá en la vida dependerá de que se advierta que la clave consiste en no ser un mero espectador de la propia historia, sino un acto protagónico de la acción humana, que es, muchas veces, acción con otro.
V.-
Se van ustedes a un tiempo distinto.
Lo hacen en ocasión en que se debe vivir y reclamar la República. Este es el sistema en el cual el que gobierna también responde por lo que hace.
Esa responsbailidad tiene una dimensión no siempre suficientemente destacada.
Se responde ante la ley, pero también se responde -y esto es lo que destaco- ante la opinión d elos miembros de la sociedad, ya que estos en una República forman parte de un mundo abierto para discutir y decidir públicamente los asuntos de interés común.
Por eso a los funcionarios públicos les pedimos particular ejemplaridad; a los profesores universitarios que den sus clases y no las deleguen en otros; a los jueces que sean ellos y sólo ellos los que conozcan y decidan los conflictos llevados a su conocimiento, de acuerdo a la Constitución y a la ley; a los administradores públicos les pedimos que administren la caja teniendo presente que es ajena; y a los legisladores que ellos y sólo ellos dicten leyes que garanticen los derechos de los particulares y promuevan la prosperidad general.
De este modo evitaremos el desprestigio del estado de derecho.
Como se advierte, esperamos una sociedad basada en una ética que privilegia los beneficios de la libertad y el valor del mensaje verdadero.
Por eso a los funcionarios públicos los miramos más, pues de ellos esperamos ejemplaridad.
Este es el ámbito de las acciones que pueden ser reguladas por el Estado, es decir, las acciones públicas.
Pero en una República el Estado no aniquila la vida de las personas.
Por eso las acciones privadas -que no son únicamente las que se realizan en privado- que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a terceros, como prescribe con agudeza nuestra Constitución, están exentas de la autoridad de los magistrados y sólo reservadas a Dios.
VI.-
Este es el marco de la República. En ella es posible la realización de la acción inteligente y por eso incluye el principio de tolerancia: el que piensa distinto no es un enemigo. Por eso, como me enseñó mi maestro Sebastián Soler, quiero vivir en una sociedad donde también pueda tener derecho a equivocarme sin que este error sea un delito. Tiene razón Vargas Llosa: "Los hombres no viven sólo de verdades; también les hace falta las mentiras: las que inventan libremente, no las que les imponen; las que se presentan como lo que son, no las que les son contrabandeadas con el ropaje de la Historia. Por eso, las mentiras ... si germinan en libertad, nos prueban que eso nunca fue cierto. Y ellas son una conspiración permanente para que tampoco lo sea en el futuro".
La falsedad, en una sociedad de hombres libres, como se advierte, lleva un destino dramático: se mata a sí misma.
Esta es la idea de una sociedad abierta, que permite que el conocimiento se incorpore a través de la experiencia del ensayo y del error, y no a través de la verdad impuesta coactivamente; es la sociedad que permite la multiplicación de los panes espirituales y materiales, ya que sólo la República garantiza la realizaciçon de un saber humano inteligente, compartido y acumulado.
VII.-
Ahora nos despedimos para escuchar los juramentos.
La despedida es un acto de separación.
Quiero que esta despedida no se convierta en un acto de soledad.
Quiero que esta despedida se convierta en un nuevo encuentro, y para ello les transmito mi esperanza.
La esperanza es como el horizonte: es el ámbito donde se une el cielo y la tierra.
La esperanza es la espera del bien. La desesperanza, en cambio, es la ausencia de toda espera.
MI espera es generosa, para que nos alcance a todos.
MI espera es posible para que pueda convertirse en verdadera.
Mi esperanza es que cada uno de ustedes pueda elegir su horizonte y pueda alcanzarlo en el ámbito de una sociedad republicana.
Mi esperanza es que sean solidarios con los que más necesitan: ese compromiso no es menos importante que la libertad.
Quiero recordar con Octavio Paz que:
"Los sueños de las cosas el hombre los sueña.
Los sueños de los hombres el tiempo los piensa".
Quiero, es mi esperanza, que vuestro juramento sea cumplido.
Y ahora, graduados, yo les digo:
a volar
a volar muy alto.
despedid.doc
DESPEDIDA, REPUBLICA Y ESPERANZA
por
Norberto Eduardo Spolansky
I.-
Hoy nos hemos reunido para despedir a nuestros estudiantes, a nuestros ahora graduados, y también para escuchar sus juramentos.
Y este encuentro se produce cuando suenen entre las hojas húmedas los sonidos ocres de las flautas de otoño.
II.-
El lenguaje de la despedida convoca al lenguaje de la evocación, y con Borges, nuestro poeta, nos preguntamos:
Qué son nuestro destino.
Esas mortales memorias vastas como un continente.
Dios, o tal vez nadie,
yo te pido, no el olvido.
III.-
Aparecen así las imágenes de vidas compartidas, donde se entremezclan planes sólo imaginados, proyectos alcanzados, y un ciclo que finaliza. Es como decir que con sus manos han llegado al horizonte pensado.
IV.-
Se van luego de un aprendizaje en el que han incorporado a su saber y experiencia, criterios para ver y transformar el mundo.
Han transitado el camino de esta Universidad, en la que se debe promover y privilegiar a la acción inteligente, es decir, a la decisión fundada. Este es, por otra parte, el modo en que cada uno de nosotros, dentor de cierto marco, puede forjar su historia y su futuro.
Por eso el sello que cada uno recibirá en la vida dependerá de que se advierta que la clave consiste en no ser un mero espectador de la propia historia, sino un acto protagónico de la acción humana, que es, muchas veces, acción con otro.
V.-
Se van ustedes a un tiempo distinto.
Lo hacen en ocasión en que se debe vivir y reclamar la República. Este es el sistema en el cual el que gobierna también responde por lo que hace.
Esa responsbailidad tiene una dimensión no siempre suficientemente destacada.
Se responde ante la ley, pero también se responde -y esto es lo que destaco- ante la opinión d elos miembros de la sociedad, ya que estos en una República forman parte de un mundo abierto para discutir y decidir públicamente los asuntos de interés común.
Por eso a los funcionarios públicos les pedimos particular ejemplaridad; a los profesores universitarios que den sus clases y no las deleguen en otros; a los jueces que sean ellos y sólo ellos los que conozcan y decidan los conflictos llevados a su conocimiento, de acuerdo a la Constitución y a la ley; a los administradores públicos les pedimos que administren la caja teniendo presente que es ajena; y a los legisladores que ellos y sólo ellos dicten leyes que garanticen los derechos de los particulares y promuevan la prosperidad general.
De este modo evitaremos el desprestigio del estado de derecho.
Como se advierte, esperamos una sociedad basada en una ética que privilegia los beneficios de la libertad y el valor del mensaje verdadero.
Por eso a los funcionarios públicos los miramos más, pues de ellos esperamos ejemplaridad.
Este es el ámbito de las acciones que pueden ser reguladas por el Estado, es decir, las acciones públicas.
Pero en una República el Estado no aniquila la vida de las personas.
Por eso las acciones privadas -que no son únicamente las que se realizan en privado- que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a terceros, como prescribe con agudeza nuestra Constitución, están exentas de la autoridad de los magistrados y sólo reservadas a Dios.
VI.-
Este es el marco de la República. En ella es posible la realización de la acción inteligente y por eso incluye el principio de tolerancia: el que piensa distinto no es un enemigo. Por eso, como me enseñó mi maestro Sebastián Soler, quiero vivir en una sociedad donde también pueda tener derecho a equivocarme sin que este error sea un delito. Tiene razón Vargas Llosa: "Los hombres no viven sólo de verdades; también les hace falta las mentiras: las que inventan libremente, no las que les imponen; las que se presentan como lo que son, no las que les son contrabandeadas con el ropaje de la Historia. Por eso, las mentiras ... si germinan en libertad, nos prueban que eso nunca fue cierto. Y ellas son una conspiración permanente para que tampoco lo sea en el futuro".
La falsedad, en una sociedad de hombres libres, como se advierte, lleva un destino dramático: se mata a sí misma.
Esta es la idea de una sociedad abierta, que permite que el conocimiento se incorpore a través de la experiencia del ensayo y del error, y no a través de la verdad impuesta coactivamente; es la sociedad que permite la multiplicación de los panes espirituales y materiales, ya que sólo la República garantiza la realizaciçon de un saber humano inteligente, compartido y acumulado.
VII.-
Ahora nos despedimos para escuchar los juramentos.
La despedida es un acto de separación.
Quiero que esta despedida no se convierta en un acto de soledad.
Quiero que esta despedida se convierta en un nuevo encuentro, y para ello les transmito mi esperanza.
La esperanza es como el horizonte: es el ámbito donde se une el cielo y la tierra.
La esperanza es la espera del bien. La desesperanza, en cambio, es la ausencia de toda espera.
MI espera es generosa, para que nos alcance a todos.
MI espera es posible para que pueda convertirse en verdadera.
Mi esperanza es que cada uno de ustedes pueda elegir su horizonte y pueda alcanzarlo en el ámbito de una sociedad republicana.
Mi esperanza es que sean solidarios con los que más necesitan: ese compromiso no es menos importante que la libertad.
Quiero recordar con Octavio Paz que:
"Los sueños de las cosas el hombre los sueña.
Los sueños de los hombres el tiempo los piensa".
Quiero, es mi esperanza, que vuestro juramento sea cumplido.
Y ahora, graduados, yo les digo:
a volar
a volar muy alto.
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